20 de agosto de 2010

Días sin sol (1/6)

La mañana estaba siendo tranquila, el sol no pegaba demasiado fuerte, lo cual era lógico, de hecho cada vez hacia mas frio, así que mi traje no era bastante agradable para la temperatura fresca que hacía, a pesar de estar en pleno agosto, no encontré plaza delante del bar, pero dadas las circunstancias aparcar en doble fila no era un problema para mi, mientras entraba al local lleve mi mano derecha a mi bolsillo interior y saque mi móvil, el panorama dentro del bar era un poco desalentador, pero en ese momento mucha gente decidió abandonarse a la bebida, poco importaba todo ya, aunque a mi aun me importaba algo, iluminado a base de velas podía ver varios grupos, casi nadie sentado en las mesas, la mayoría apoyados en la barra o jugando al billar del fondo, así que me senté en la mesa que tenía más cerca y mire detenidamente a todos los que estaban en el bar, aunque no sabía exactamente a quien buscaba, así que comencé a marcar su número, tuve suerte, las líneas telefónicas seguían funcionando y no estaban saturadas, una melodía se mezclo con el humo de tabaco que flotaba en el ambiente y lo vi, jugando al billar, detuvo su jugada para llevar su mano a un bolsillo del pantalón y sacar su teléfono, hice lo mismo con mi arma, dudo que fuera consciente al responder de que una bala estaba a punto de atravesar su teléfono con su cabeza incluida, mi disparo fue como una orden militar, todo el bar enmudeció, cruce miradas con ellos, esperando que alguien me encarara, esperando un motivo para seguir disparando, no lo hubo, solo había un nombre menos en mi lista, salí hacia mi coche.

Nunca imagine lo que me encontraría en mi casa ese día al volver del trabajo, todo patas arriba, mi mujer y mi hija me habían preparado una fiesta por mi cumpleaños, no pude evitar reírme al verlas a las dos cubiertas de harina sosteniendo un pastel que ellas mismas habían hecho, el tiempo discurría de forma distinta con ellas al lado, mas rápido, mucho más rápido, estuvimos toda la tarde juntos, aunque el motivo fuera mi cumpleaños, para mi celebraba el poder tenerlas conmigo, fue un día agradable, de los mejores últimos días de mi mundo.

La noche en que perdí todo, llovía como si no hubiera un mañana y casi era cierto.

- No, será mejor que no entres

- Y tu será mejor que te quites de en medio

Entre corriendo a mi casa entre la marea de policías de caras desiertas de emociones, ese día el espectáculo en mi casa era dantesco, en el salón estaba el cadáver de mi mujer, sentada en el sofá, no le dieron tiempo a reaccionar, pero en su habitación estaba mi hija bocabajo sobre su colchón. Esa noche comprobé que el sabor del caño de mi arma no era agradable y mientras vivía en mi propio mundo de alcohol, sentado delante del televisor, la noticia cayó de imprevisto como la bomba de Hiroshima, parecía que el sol se solidarizaba con mi deseo de acabar con el planeta y decidió apagarse, sin motivo, por sorpresa, el sol se iba a la mierda y el mundo iba a seguirle, durante los siguientes días era de lo único que se hablaba, la estupidez humana salía a flote, abandonaban la ciudad ¿A dónde supone que iban? ¿a la luna?, entonces fue cuando recibí la llamada.

- Perdónanos por llegar tarde

- ¿Cómo?

- ¿No te gusto el regalo? Perdónanos por no dártelo el día de tu cumpleaños


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