26 de enero de 2014

Redo


El problema fue pensar que simplemente podría cubrir el retrato de blanco  y volver a reutilizar el lienzo, así que eso fue lo que hice, cubrí su retrato con blanco palo y reutilice el lienzo para un nuevo retrato de otra persona, iluso de mí, no tarde en terminar, casi parecía que simplemente rellenaba huecos, aquí tal color, aquí tal otro, como si mi mano fuese sola ignorando completamente a mi cerebro y ahí estaba el nuevo retrato, cuando lo contemple descubrí que acababa de pintar a la misma chica que había debajo de la capa de blanco.

Iluso de mi, volví a cubrirlo, imbécil de mi, volví a pintarla, daba igual que intentara buscar otra expresión, que usara otros colores, al final terminaba saliendo la misma chica, era como si el primer retrato se hubiera apoderado del lienzo y no fuera a permitir que otra persona lo compartiera con ella.

Así que por última vez, la volví a cubrir de blanco y así la deje, cubierta de blanco, he intentado volver a pintar a esa chica, pero no consigo volver a capturarla por lo que me tienta volver a coger su cuadro e intentarlo ahí, pero a la vez cierta sensación me invade y me sorprendo a mi mismo cuando me doy cuenta de que es miedo, miedo de que realmente pueda volver a pintarla, miedo de que si la vuelvo a ver me enamore de ella y no poder tenerla más que en ese cuadro, a fin de cuentas, ella es alguien que salió de mi mente y se quedó atrapada en mi cuadro.

19 de enero de 2014

Seres Viles


Este castillo albergara mis últimas palabras, esta posiblemente sea la última carta que escriba, el ataque nos pillo por sorpresa a todos, hacía años que no sufríamos ninguno, así que supongo que aprendimos a estar tranquilos, aprendimos a ser descuidados, nos hicimos débiles y por eso en una sola noche arrasaron la aldea, mis compañeros y yo lo tuvimos claro, no quedaba aldea que defender y no quedaba sitio donde guarecerse, así que decidimos entregar nuestras almas a una última causa, asaltaríamos el castillo por la fuerza y mataríamos a su señor, al fin y al cabo, no quedaba otra opción, la muerte estaba cercana de todas maneras, así que mejor encontrarla luchando.

Así que allí fuimos, nos armamos como pudimos y salimos de la aldea camino al castillo, el camino fue tranquilo, pero cuando llegamos al puente levadizo, comprendimos que nos esperaban, el puente estaba bajado, pero las arpías estaban vigilantes, perdimos a algunos hombres, elevaban a los hombres y los dejaban caer desde las alturas para despeñarlos, así que nos vimos esquivando a esas bestias y a nuestros compañeros cayendo a plomo.

Tal vez fueron los que más suerte tuvieron, al menos, no sufrieron demasiado, en el recibidor nos esperaban, esas bestias descarriadas son más resistentes que cualquier otra criatura, la carnicería del recibidor se saldó con más vidas que el puente, a fin de cuentas, apenas sobrevivimos los que tuvimos la fortuna de coger una espada de plata antes de salir, ya que es el único metal que hace daño a esos perros del demonio, uno de ellos consiguió morderme en el hombro, así que ya se cual es mi destino, pero luchare con todas mis fuerzas antes de sucumbir a su infecciosa maldición, la mordedura me matara para luego hacerme renacer como otra bestia mas.

Somos hombres temerosos de Dios, sin nada que perder, nos han arrinconado y no nos ha quedado otra que defendernos a mordiscos, se que lo conseguiremos, se que desterraremos la oscuridad de una vez por todas de estas tierras, pero también sabemos que posiblemente no lo disfrutara ninguno de nosotros.
Los que sobrevivimos al ataque de los lobos nos topamos con toda clase de criaturas, aun quedan hombres en este castillo, pero yo apenas puedo seguir, mis compañeros me han dejado atrás, lo entiendo, también me dejaron una daga, como una última salida, una última decisión, morir como hombre o como bestia, espero que ellos mismo encuentren esta carta, eso significara que han tenido éxito, yo al menos, no seré un enemigo que los aguarde a su regreso.

12 de enero de 2014

El parque


Los niños correteaban espantando a los patos del estanque, algún que otro padre más sensible les regañaba por esta actitud, a fin de cuentas, los patos no hacían daño a nadie y tampoco estaban allí para ser atracciones, aunque de poco servía, al minuto los niños volvían a perseguir a los patos, los cuales solo alcanzaban las paz al llegar al estanque, donde reposaban sobre el agua mirando desafiantes a los niños, como retándolos a entrar en su terreno, donde ellos tenían la ventaja, aunque siempre había algún perro con un dueño lo suficientemente despistado como para dejar que este irrumpiera en el estanque, obligando a los patos a salir de su protección y verse perseguidos de nuevo por los niños, un parque al fin y al cabo, como cualquier otro, donde llevaban a los niños a jugar, a los perros a pasear, donde podías desconectar del día a día y sentirte un poco más tranquilo contigo mismo, un sitio donde poner tu cabeza en orden.

Un anciano, miraba la pequeña guerra que tenían montada los patos contra los demás inquilinos del parque, vestía una gabardina sepia, su pelo, blanco como la primera nieve se despeinaba con la leve brisa que no dejaba de acariciarlo, jugando a despeinarlo. Otro hombre, casi de la misma edad, vestido con un impoluto traje negro se acercó por su espalda.

- He dudado hasta el último segundo si serias capaz de venir –dijo el viejo de la gabardina-

- ¿Y porque no iba a venir? Hay que cuidar de los viejos amigos y tú y yo siempre hemos tenido una relación especial

- Este parque –al viejo de la gabardina parecía faltarle la fuerza para continuar la frase- este parque fue donde la mataste

- Veo que tu memoria sigue bien, me alegro, créeme, me alegro de veras, pero sin querer entrar en conflicto, yo no la maté, fuiste tú e incluso tampoco, mas bien, fuiste tú quien la dejo morir, es muy distinto, Child.

El viejo de la gabardina se giro y agarró del cuello de la chaqueta

- ¡Bastardo, nos tendiste una trampa!

-Si, y vosotros caísteis en ella, ese es el propósito de las trampas, ¿No crees, Child?

- Pero ella, ella… - la fuerza se fue escapando de las manos de Child –

El hombre del traje negro se zafó y volvió a colocarse la chaqueta, Child bajo la vista y parecía que se había embarcado en un viaje al pasado dentro de su propia mente, atormentándose por un pasado que se hacía muy presente y por un futuro que nunca seria presente, el hombre del traje negro se encorvo hacia Child, buscando su cara.

- Pero ella, pero ella –lo imitaba con un tono burlón- ¿pero ella qué? ¿Pero ella era muy joven? ¿Pero ella era como una hija para? ¿¡La querías Child!? ¿¡Era eso!? ¿¡La querías!? ¿Sabes qué? –El hombre del traje negro fue ahora quien agarró la gabardina de Child- ¿te acuerdas de aquel hombre, rubio, aquel hombre que estaba conmigo? Yo también lo quería a él y tú, junto con ella, lo matasteis, ¿es justo, no crees?
El ensañamiento de Child se perdió tan rápido como escuchó esa pregunta, la cual retumbo por cada una de las esquinas de su cabeza hasta impactar en uno de sus recuerdos haciéndolo añicos, lanzó un puñetazo al estomago del viejo del traje de negro que hizo que lo soltara retrocediendo un paso.

- ¡Vosotros, erais asesinos, matabais gente inocente!

- Cada palabra la firmaba con un nuevo puñetazo, estomago, pecho, cuello, cara, intentaba poner un punto y final en todo el cuerpo del viejo, este consiguió esquivar el ultimo y aprovechó la inercia de Child para agarrar su brazo y lanzarlo contra el suelo, Child se levanto con una agilidad impropia de alguien de su edad, la rabia había tomado el control y la rabia no entiende de edades, pero tan pronto como se incorporo recibió un derechazo directo en su cara que lo volvió a enviar directo al suelo, el viejo del traje negro encorvo su cuerpo sobre el cuerpo tirado de Child.

- ¿¡Sabes qué pasa cuando juegas con asesinos!? ¡QUE MUERE GENTE INOCENTE! Y ¿¡Sabes qué pasa cuando matas a la única persona que le importa a ese asesino!? ESE ASESINO MATARÁ A LA ÚNICA PERSONA QUE TE IMPORTA A TI ¿Qué diferencia hay? Entraste en el juego, lo matasteis, ¿Qué diferencia hay entre tú y yo? ¿La cantidad? ¿Los métodos? Somos iguales Child, tú me quitaste lo que me contenía y yo te quite lo que te mantenía, ambos nos desmoronamos y nos lo debemos el uno al otro.
El viejo del traje negro cruzo una pierna sobre Child y se arrodillo sobre él, acercó su cara a la de Child.

- ¿Lo entiendes, viejo? Somos iguales, somos nuestros padres, somos…

Child lanzó un cabezazo a la nariz del otro viejo y lo empujo para quitárselo de encima, el viejo del traje negro se retorció de dolor, mientras recuperaba la compostura pudo notar como un frito tubo se le hincaba en la nuca, Child estaba encañonándolo

- Yo nunca maté a nadie desarmado y por la espalda, hasta ahora.

El viejo vestido de negro noto un golpe seco en la nuca y la realidad comenzó a ennegrecerse para él.

5 de enero de 2014

Ébano


Nunca fui una persona querida, mis padres debieron notar que hay algo mal en mi, asi que me abandonaron a los pocos meses de nacer, tuvieron e detalle de dejarme en la puerta de una iglesia, pensarían que la caridad cristiana no fallaría, pero las posibilidades económicas de un señor enfundado en una sotana luchan ciegamente contra sus ganas, así que él me llevo a un orfanato, no le culpo, yo no era su problema, en el orfanato las cosas seguían igual, los demás niños en cierto modo, me temían, según decía cuando podía erguirme tambaleante sobre unas piernas que apenas podían sostenerme un par de segundos, los niños huían  se apartaban de mi, había algo en mi que les asustaba, así que nunca tuve amigos en ese sitio, al principio era algo que me ponía triste, luego empecé a no necesitarlos, comencé a escaparme, creo que a los ocho años, a los nueve ya era algo sistemático, me escapaba, me encontraban y de vuelta al orfanato.

Llegó un punto en el que ya no podían hacerse cargo de mí, porque, adivine que, nunca fui adoptado, así que en un último acto de caridad, me llevaron al taller de un carpintero, algo dentro de mi me decía que en el fondo se alegraban de librarse de mí. No recuerdo el nombre del carpintero, pero fue lo más parecido a un padre que tuve, aunque creo que solo me apreciaba por que de todos los aprendices que tenia era el único los suficientemente inteligente como para no beberse los barnices y lo digo en serio, en un solo mes, un chico murió intoxicado y otro quedo bastante perjudicado.

Un día, a mis compañeros de taller, se les ocurrió la feliz idea de que sería divertido encerrarme en un ataúd, lo cierto es que, mientras estuve encerrado allí y los oía gritar e insultarme, no hice nada, absolutamente nada, no grite, no llore, no pedí que me sacaran de allí, me dormí, simplemente me dormí, un par de horas más tarde el carpintero me encontró allí dormido, según tengo entendido, cuando lo abrió, se le heló la sangre, pensaba que me había muerto asfixiado, que habría sido así seguramente, de no ser por la torpeza de mis compañeros los cuales habían dejado rendijas al no unir bien las piezas, en fin, creo que aquello les asusto aun mas, el hecho de que simplemente me durmiera, no sé.

Una familia adinerada hizo un gran pedido de muebles, realmente no hacíamos muebles de gran calidad, eran bastante baratos, así que supongo que tampoco era una familia realmente adinerada, sino que simplemente mantenían las apariencias, me encargaron entregar los muebles, me pase el día llevando los muebles, no teníamos vehículo, así que los lleve uno a uno usando una plataforma con ruedas, al menos no vivían demasiado lejos, casi como si estuviese esperando, cuando terminaba de descargar el ultimo del os muebles, una cajonera de roble barnizada en negro, vi a una chica, salía de la casa, llevaba un vestido blanco, casi transparente, podía adivinar la forma de sus muslos y sus senos, pero, lo que realmente me mato fueron sus ojos, tenía unos ojos azules, muy claros, su pelo era rubio, largo, su expresión dulce, unos labios finos, pero sus ojos, sus ojos eran algo distinto, era el ser más lindo que jamás había visto, es decir, esa chica, podría estar apuñalándote el corazón y tu le darías las gracias por poder tenerla tan cerca, aun así, a pesar de todo, había algo triste en ella, podía notarlo, es como si las personas que no somos felices pudiéramos notarlo entre nosotros, pero sus ojos, sus ojos me visitaban cada noche, directamente en mis sueños, en mis pensamientos, incluso en mis fantasías.