Nunca fui
una persona querida, mis padres debieron notar que hay algo mal en mi, asi que
me abandonaron a los pocos meses de nacer, tuvieron e detalle de dejarme en la
puerta de una iglesia, pensarían que la caridad cristiana no fallaría, pero las
posibilidades económicas de un señor enfundado en una sotana luchan ciegamente
contra sus ganas, así que él me llevo a un orfanato, no le culpo, yo no era su
problema, en el orfanato las cosas seguían igual, los demás niños en cierto
modo, me temían, según decía cuando podía erguirme tambaleante sobre unas
piernas que apenas podían sostenerme un par de segundos, los niños huían se
apartaban de mi, había algo en mi que les asustaba, así que nunca tuve amigos
en ese sitio, al principio era algo que me ponía triste, luego empecé a no
necesitarlos, comencé a escaparme, creo que a los ocho años, a los nueve ya era
algo sistemático, me escapaba, me encontraban y de vuelta al orfanato.
Llegó
un punto en el que ya no podían hacerse cargo de mí, porque, adivine que, nunca
fui adoptado, así que en un último acto de caridad, me llevaron al taller de un
carpintero, algo dentro de mi me decía que en el fondo se alegraban de librarse
de mí. No recuerdo el nombre del carpintero, pero fue lo más parecido a un
padre que tuve, aunque creo que solo me apreciaba por que de todos los
aprendices que tenia era el único los suficientemente inteligente como para no
beberse los barnices y lo digo en serio, en un solo mes, un chico murió intoxicado
y otro quedo bastante perjudicado.
Un día,
a mis compañeros de taller, se les ocurrió la feliz idea de que sería divertido
encerrarme en un ataúd, lo cierto es que, mientras estuve encerrado allí y los oía
gritar e insultarme, no hice nada, absolutamente nada, no grite, no llore, no pedí
que me sacaran de allí, me dormí, simplemente me dormí, un par de horas más
tarde el carpintero me encontró allí dormido, según tengo entendido, cuando lo abrió,
se le heló la sangre, pensaba que me había muerto asfixiado, que habría sido así seguramente, de no ser por la torpeza de mis compañeros los cuales habían dejado
rendijas al no unir bien las piezas, en fin, creo que aquello les asusto aun
mas, el hecho de que simplemente me durmiera, no sé.
Una
familia adinerada hizo un gran pedido de muebles, realmente no hacíamos muebles
de gran calidad, eran bastante baratos, así que supongo que tampoco era una
familia realmente adinerada, sino que simplemente mantenían las apariencias, me
encargaron entregar los muebles, me pase el día llevando los muebles, no teníamos
vehículo, así que los lleve uno a uno usando una plataforma con ruedas, al
menos no vivían demasiado lejos, casi como si estuviese esperando, cuando
terminaba de descargar el ultimo del os muebles, una cajonera de roble
barnizada en negro, vi a una chica, salía de la casa, llevaba un vestido
blanco, casi transparente, podía adivinar la forma de sus muslos y sus senos,
pero, lo que realmente me mato fueron sus ojos, tenía unos ojos azules, muy
claros, su pelo era rubio, largo, su expresión dulce, unos labios finos, pero
sus ojos, sus ojos eran algo distinto, era el ser más lindo que jamás había visto, es decir, esa chica, podría estar apuñalándote el corazón y tu le darías
las gracias por poder tenerla tan cerca, aun así, a pesar de todo, había algo
triste en ella, podía notarlo, es como si las personas que no somos felices pudiéramos
notarlo entre nosotros, pero sus ojos, sus ojos me visitaban cada noche,
directamente en mis sueños, en mis pensamientos, incluso en mis fantasías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario