22 de septiembre de 2009

Schmetterlinge das brennt


Bien, aquí vamos de nuevo

¿Te escondes detrás de la estupidez?

Antes dominabas mi vida

Debiste morir aquel día junto con sus lágrimas

¿Qué se supone que hago?

Parafraseo al señor de la nieve y es que si ya me dolió una vez

¿Por qué parece que busque una segunda?

En fin, confiare en Caronte para que me vuelva a ayudar a cruzar

Puesto que no le asquea mi presencia

18 de septiembre de 2009

Serial Dad

Hace un día caluroso, no me gusta, sudo mientras conduzco y no me gusta, la comarcal esta solitaria, normal estamos a mitad de semana, sigue soleado, no me gusta.

Veinte sudorosos minutos después, llego al fin, este lugar era un bar de carretera lleno de putas y gente sin futuro, hace años que lo cerraron, suerte para mi, mala para otros, el sitio está bien, amplio y oscuro, el pasillo del segundo piso es perfecto, largo muy largo, lleno de habitaciones a cada lado y con alógenos estropeados que le dan ese toque de casa del terror tan característico, es hasta irónico, aparco detrás y entro por la misma puerta de atrás, los chirridos me siguen, este sitio se cae a pedazos, hay ratas que me miran, es curioso, desde pequeño, ningún animal ha soportado estar a mi lado más de un minuto, pero las ratas, sin embargo, se me quedan mirando casi con orgullo diría ¿me consideraran uno de ellos?, tal vez ellas sean más nobles que yo, los escalones siguen chirriando, me molesta y mucho, a cada peldaño me siento más frustrado, más rabioso, mas enfadado, creo que no se va a divertir, segundo piso, al fin, se acabaron los escalones de la ira, los números de las puertas de las habitaciones ya decoraban el suelo, habitación 20, al fondo del pasillo, los alógenos parpadeaban, me encanta, la verdad, ese campaneo de alógenos me tranquiliza, ese tono lúgubre del pasillo acompañado de esta intermitencia, hacían el conjunto delicioso, ahora no me seguía a cada paso un chirrido, ahora a cada paso aumentaban los sollozos, un paso un lamento, intermitente, otro paso, otro lamento, intermitente, totalmente delicioso, la puerta se acerca a mí, con ese 2 descolgado, me llama a ella, me atrae, me implora a abrirla, sin embargo me detengo delante de ella, quiero notar un poco mas ese sudor frio en mi frente, esa descarga en mi espalda, clavándose poco a poco en mi columna, sintiendo esos doce cuchillos rasgándome la espalda, cortando mi piel y rompiendo tendones, se acabo, mi mano es caótica en mi bolsillo, siempre pasa igual no acierto a encontrar las llaves, no acierto a encajarlas en la cerradura, hasta que oigo ese rasgueo y siento como se introduce poco a poco la llave, el sudor desaparece, la descarga en mi espalda se estabiliza, mis heridas dejan de sangrar, el rechine de la puerta corta los sollozos en dos, me gustaría saber que mezcla de sentimientos hay ahora en su cabeza ¿esperanza? ¿Miedo?, averigüémoslo, el ambiente en el recibidor es agradable, al fondo del pasillo hay un tragaluz que le da mucha luminosidad.

- ¡ Cariño Ya Estoy En Casa ¡

Y como si un director de orquesta acabara de agitar la batuta, un concierto de sollozos inunda de nuevo el luminoso ambiente del recibidor, me abro paso por el pasillo disfrutando de esta sinfonía en mi honor, in crescendo, maravilloso, maravilloso.

- Hola cielo, el nene se ha caído y no hay manera de calmarlo, inténtalo tu, vida, que estoy cocinando.

15 de septiembre de 2009

Aliento

Es la primera cena, no diré que casi puedo cortar los nervios, más bien me estorban por el pasillo al llevar los cubiertos, casi emulando a neo cuando se me caía una de las copas, por un momento casi vacilo y coloco velas, a veces casi me dejo llevar por los tópicos.

A pesar de que hemos repetido este ritual tantas veces, siguen erizándoseme los brazos, al sentirte sobre mí, como dejas caer tu vestido al piso, como vienes hacia mi mordiendo tu labio inferior, sigo erizándome, como el primer día.

¿Música? También es un poco tópico, pero supongo que no importaría algo así tranquilo, por un momento recuerdo a Bateman hablando de Phil Collins y su Sussudio, aunque yo no tengo esas aficiones, me decidí por algo tranquilo, Clint Mansell es mi hombre.

Gritas, pero esta vez, no gritas por placer, gritas por miedo, gritas por odio, gritas si, por lo que te hago, pero no gritas por placer, solo gritas, rompiendo el silencio de mi cama una vez más.

Reímos, durante el primer plato, dices que como se me ocurre poner tortilla en una cena de ese tipo, durante un momento mantienes la mirada en mi cara descompuesta y estallas en risas, diciendo que te encanta la tortilla y q me salga de lo original, a mi me encanta tu forma de engañarme, no sabía lo buena que eras en eso.

Tus labios me recorren, no hay trocito de mi piel que no explores con ellos, envueltos en sudor ambos simplemente caemos, luchando, simplemente caemos, amándonos, simplemente, simplemente caemos

Lanzas la copa a la alfombra, no me importa, porque antes de poder evaluar los daños del vino en ella, te lanzas sobre mí, besándome, mientras sigo teniendo mis ojos abiertos de par en par, sin creérmelo e intentado que mi copa no caiga, para evitar una sangría mayor aun.

Tus ojos carecen de sentido mientras aun tratas de comprender lo que está pasando, otros apartarían la mirada, yo la mantengo, te clavo mis azules mientras desapareces poco a poco de mi mundo, mientras desapareces de mi vida, mientras desapareces de mi.

Combinamos los dos a la perfección, es como si lleváramos juntos toda la vida juntos, tu mente, no, tu mente no puede ser cierta, mi ironía, tampoco, donde te metiste tanto tiempo me pregunto a mí mismo, donde me metí tanto tiempo, a que esperaba para encontrarte.

Caes, simplemente caes, los rubís rojos empiezan a brotar de tu cuello recorriendo tus curvas, recorriendo mis manos en tu cuello, dándole reflejos rojos a tu pelo negro, simplemente me quemaste, simplemente me mataste hace mucho tiempo y ahora solo estoy haciendo lo mismo contigo, ya no me dueles, ya no me quemas, ya no eres parte de mi pena, quieres decir algo, aflojo mis dedos y mientras dejas que una lagrima huya, me dices, me alegro que seas tú, la expresión de odio de mi cara cambia por completo por una de total duda, completas, si esto tenía que pasar, me alegro que seas tú.

Y entonces me matas tu a mí y veo, que equivoco, otra vez, que vuelvo a caer, que todo se derrumba, que equivoque, que sin ti mi alma grita, que sin ti las penas se ríen de mi, como siempre me equivoco, como siempre te hago daño, al final siempre fui yo, el que te empujo a todo, el que te mato poco a poco hasta este momento, no imagino un día sin tu cara, mientras pierdes la expresión en ella, no soy capaz de pensar un día sin oírte, mientras expulsas tus últimos balbuceos, y cuando comprendo que no soy capaz de vivir a tu lado, te miro y tu ya has dejado de hacerlo.

Y grito, mientras encierro a mi cabeza bajo mis brazos, para hundir mi cara contra la almohada roja y volver a gritar, mezclando lagrimas con sangre, mezclando odio con pena, mezclando mi vida con tu muerte, mientras grito, intentando de alguna manera, recuperar tu ultimo aliento.

Limpieza, pasillo bebidas

Imagina un niño en un centro comercial, ensimismado viendo el muñeco de su superhéroe favorito, su único objetivo en ese momento es tener esa figura, su única motivación es convencer a sus padres para que se la compren, el sabe que no pide nunca incluso en épocas como navidades, pero esta vez es distinto, necesita ese muñeco, su mente empieza a trabajar, a su diestra esta su hermano menor, el cual lo sigue a todas partes, el protagonista de esta historia empieza a caminar, mientras sus padres están distraídos mirando que tipo de aceite será más saludables para sus hijos, el chico sigue caminando hasta llegar a la sección de bebidas alcohólicas del centro comercial, suele ser una sección que llama la atención de los niños por sus colores y brillos, el chico se acerca a una de las botellas que más cerca y más a su altura estaba, en este caso un Chatteu del 94, el chico la coge entre sus manos, con su hermano expectante, la deja caer, el sonido de una botella de Chatteu del 94 rompiéndose contra el suelo de un centro comercial, no parece llamar la atención de los ortos clientes de esa sección y tampoco prestan demasiada atención cuando el chico coge el cuello roto de la botella y lo hunde en el cuello de su hermano menos, seccionándole la arteria, la sangré brota al ritmo acompasado de los latidos del corazón del hermano menor, un cuello roto rompiendo otro cuello, irónico, su motor se para, hay más sangre alrededor de el, que dentro de el, sus piernas ya no le aguantan y cae al suelo, el chico cambia el cuello roto de la botella por el pie de su hermano, su pequeña altura le proporciona la indiferencia de los clientes con ojos ocupados en la graduación de las botellas, el chico seguía arrastrando el cuerpo de su hermano menor, aun este estado, le sigue siguiendo a todas partes, una estela roja marca el camino a un chico ensimismado, a un chico motivado, los padres aun discuten por la compra sin prestar atención a sus hijos, hasta que una voz aguda rompe el silencio, “papi, mami, este juguete ya se me ha roto, quiero otro”.