18 de septiembre de 2009

Serial Dad

Hace un día caluroso, no me gusta, sudo mientras conduzco y no me gusta, la comarcal esta solitaria, normal estamos a mitad de semana, sigue soleado, no me gusta.

Veinte sudorosos minutos después, llego al fin, este lugar era un bar de carretera lleno de putas y gente sin futuro, hace años que lo cerraron, suerte para mi, mala para otros, el sitio está bien, amplio y oscuro, el pasillo del segundo piso es perfecto, largo muy largo, lleno de habitaciones a cada lado y con alógenos estropeados que le dan ese toque de casa del terror tan característico, es hasta irónico, aparco detrás y entro por la misma puerta de atrás, los chirridos me siguen, este sitio se cae a pedazos, hay ratas que me miran, es curioso, desde pequeño, ningún animal ha soportado estar a mi lado más de un minuto, pero las ratas, sin embargo, se me quedan mirando casi con orgullo diría ¿me consideraran uno de ellos?, tal vez ellas sean más nobles que yo, los escalones siguen chirriando, me molesta y mucho, a cada peldaño me siento más frustrado, más rabioso, mas enfadado, creo que no se va a divertir, segundo piso, al fin, se acabaron los escalones de la ira, los números de las puertas de las habitaciones ya decoraban el suelo, habitación 20, al fondo del pasillo, los alógenos parpadeaban, me encanta, la verdad, ese campaneo de alógenos me tranquiliza, ese tono lúgubre del pasillo acompañado de esta intermitencia, hacían el conjunto delicioso, ahora no me seguía a cada paso un chirrido, ahora a cada paso aumentaban los sollozos, un paso un lamento, intermitente, otro paso, otro lamento, intermitente, totalmente delicioso, la puerta se acerca a mí, con ese 2 descolgado, me llama a ella, me atrae, me implora a abrirla, sin embargo me detengo delante de ella, quiero notar un poco mas ese sudor frio en mi frente, esa descarga en mi espalda, clavándose poco a poco en mi columna, sintiendo esos doce cuchillos rasgándome la espalda, cortando mi piel y rompiendo tendones, se acabo, mi mano es caótica en mi bolsillo, siempre pasa igual no acierto a encontrar las llaves, no acierto a encajarlas en la cerradura, hasta que oigo ese rasgueo y siento como se introduce poco a poco la llave, el sudor desaparece, la descarga en mi espalda se estabiliza, mis heridas dejan de sangrar, el rechine de la puerta corta los sollozos en dos, me gustaría saber que mezcla de sentimientos hay ahora en su cabeza ¿esperanza? ¿Miedo?, averigüémoslo, el ambiente en el recibidor es agradable, al fondo del pasillo hay un tragaluz que le da mucha luminosidad.

- ¡ Cariño Ya Estoy En Casa ¡

Y como si un director de orquesta acabara de agitar la batuta, un concierto de sollozos inunda de nuevo el luminoso ambiente del recibidor, me abro paso por el pasillo disfrutando de esta sinfonía en mi honor, in crescendo, maravilloso, maravilloso.

- Hola cielo, el nene se ha caído y no hay manera de calmarlo, inténtalo tu, vida, que estoy cocinando.

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