23 de febrero de 2014

Malos Aires

no fue una mal época  el negocio iba bien, daba dinero y tenia todo lo que necesitaba para vivir, una casa, un esposa que me quería y un renacuajo que no paraba quieto, pero al final del día siempre daba gracias por tener que perseguirlo de un lado para otro, mi esposa cosía, se pasaba el día en un taller, cosiendo para grandes firmas que luego se vendían por miles de dólares  así que por su lado, también entraba dinero, no, no fue una mal época.

El crío crecía sin parar, así que no paso mucho tiempo hasta que podía echar una mano en la tienda, metía las cajas menos pesadas al almacén y me ayudaba a colocar productos en los estantes mas bajos, la buena fortuna o la buena mano de mi mujer hizo que consiguiera salir del taller y la colocasen de dependienta en una de las tiendas del centro de la ciudad, a veces cerraba un poco antes la tienda para ir a verla, estaba radiante, la veía completamente feliz, dentro de aquel taller se estaba marchitando, pero ahora era distinto, llegaban mujeres ricas de todas partes y se dejaban aconsejar por ella, una buena época, si.

Así que los días que me escapaba, esperaba a que terminara de trabajar y nos volvíamos los tres a casa, por norma general ella solía terminar antes de que yo, así que era ella la que venia a la tienda a buscarme a mi y al niño.

Sin embargo una noche no fue así  aquella noche el aire tenia un sabor distinto, mas amargo, ella no apareció a la hora que solía hacerlo, así que en cuanto cerré la tienda, fui con el crío a la tienda donde ella trabajaba, ya estaba cerrada y no había ni un solo alma que producia el mas mínimo ruido por allí cerca.

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