Hacía
mucho que Frank estaba enamorado de Carey, al menos unos dos años, desde aquel día
en que la vio llegar a clase, Carey acababa de mudarse a la ciudad y era su
primer día de clase, cruzo el umbral de esa puerta y los ojos de Frank se
clavaron directamente en ella, su cabello rubio, su mirada inocente y ataviada
con un peto, no se veían chicas así en esa ciudad, Frank había llegado del
colegio hecho un manojo de nervios, dejo la mochila tirada en el recibidor y se
fue corriendo al baño, se duchó, se vistió y salió igual de rápido que había llegado, como si no quisiera darse tiempo a pensar lo que estaba a punto de
hacer
Y ahí estaba
él, dos años después, camino a la casa de Carey, con un par de margaritas en
una mano y toda la determinación y el valor que pudo reunir en la otra. Apenas
quedaban un par de casas hasta la casa de Carey, su corazón era lo más parecido
a un concierto de percusión, ya podía ver la fachada azul de la casa de Carey, también
podía a ver al padre de Carey plantado en el jardín delantero de la casa, cada
paso lo acercaba mas a Carey y a un más que posible ataque cardíaco.
Por fin
el interminable camino de baldosas amarillas llego a su fin y delante de él podía
ver al gran mago, al que tendría que pedirle pasar un rato con la princesa que vivía
en el castillo, el padre de Carey estaba parado en el camino que conducía hasta
la puerta de la casa, de espaldas a Frank, sin apenas moverse, solo un tambaleo
casi imperceptible, Frank lo miraba con cierta incertidumbre, sin poder evitar
preguntar qué hacia el padre de Carey
parado mirando la casa, de su boca salió un tímido “señor”, aunque no
hubo respuesta, el padre de Carey seguía quieto, aunque el tambaleo pareció detenerse,
Frank volvió a insistir, esta vez fue con “¿Señor, se encuentra bien?” , el
padre de Carey comenzó a girar sobre sí mismo, de una forma algo errática, como
si le costase realizar un movimiento tan sencillo, casi como si estuviera
enfermo y le doliera cada uno de los músculos que necesitaba usar, todo esto
fue acompañado de un gruñido, apenas imperceptible al principio, pero que iba haciéndose
más notable segundo a segundo, lo que Frank vio cuando el padre de Carey se dio
la vuelta por completo le heló la sangre, le faltaba parte de la mandíbula, de
la cual brotaba sangre a borbotones, manchando lo que encontraba a su paso, la
herida de la mandíbula se extendía por la cabeza, uno de los ojos no estaba
donde debía estar y el otro estaba completamente blanco.
- Espera
¿zombis? ¿En serio? ¿Vas a meter zombis?
- Si bueno, había pensado que quedarían bien
- Pero ¿no
tenias que escribir una historia bonita?
- Bueno,
es que no me dejas terminar, ahora Frank haría acopio de valor y saldría corriendo
a la casa de Carey para buscarla y sacarla de allí.
- Pero los
zombis no son bonitos
- Ya,
bueno, pero es una historia de amor con zombis de por medio
- Vamos
no me jodas, es como encontrar una flor en un vertedero, es bonita, pero está
rodeada de mierda, vas a tener que llenarlo todo de vísceras y sangre, intenta
otra cosa.
- Venga va
Esa
noche era la noche, llevaban muchas noches yendo al mismo claro de la montaña,
montando sus telescopios y fijando su mirada en la profunda y negra noche,
todas las noches veían las mismas constelaciones, algunas que otras estrellas
fugaces y muchos aviones, aunque no eran lo que ellos esperaban, pero esa noche
se respiraba un ambiente distinto, el aire sabia de otra forma, estaban seguros
de que esa noche tendrían un contacto, así que allí estaban de nuevo Jules,
Rick y Brian, sentados cada uno con su telescopio al lado de la hoguera para no
pasar demasiado frío habían pasado como cuatro horas desde que habían llegado
- Te veo
venir
- ¿Cómo?
- Si,
ahora llegara una nave, saldrán unos hombrecillos verdes, mataran a alguno de
esos imbéciles y el otro escapará
- No exactamente
- ¿Entonces?
- Bueno solo
iba a aparecer por el momento un alíen por detrás de ellos, y bueno, si mataría
a, no se a Rick mismo, total, empezarían un conflicto interestelar y al final
Jules y Brian salvarían a la humanidad y vengarían a Rick
- ¿Y eso
es bonito?
- Es un
final feliz, ¿no? Nos salvamos todos y somos felices
- Si por
ti fuera dejarías que nos arrasaran a todos, se trata de una historia bonita
con un final feliz, no que después de un genocidio consigas un final feliz.
- Entonces
¿Qué hago?
- La historia
de amor no estaba mal, pero podías darle tu punto, como aquella del pájaro y el
espantapájaros
- Vale,
si de esta no funciona vuelvo a matar cosas y eso eh
Hacía
años que esa casa estaba abandonada, aunque eso no era motivo para que a pesar de su edad, Dean a pesar de ser un hombre volviese cada día a mantenerla, hacia como unos siete años que nadie vivía allí,
pero el aspecto de la casa no era dejado o descuidado, al revés, era como si no
la hubiesen abandonado nunca
- Este pinta
algo mejor
Cada mañana
Dean seguía llegando puntual, arreglaba y regaba las plantas, recorría la casa
entera, revisaba la caldera, arreglaba algún
desperfecto, se aseguraba de que los escalones no chirriasen, delicado, con
sutileza, como alguien que cuida a una persona que ama y que ha caído enferma.
- Si eso
tal vez, cambia lo de persona enferma como por alguien que cuida a su mascota
Los
vecinos no entendían muy bien porque Dean seguía trabajando allí, los dueños de
la casa se habían ido hace mucho, pero era como si no fuera así el simple
hecho de ver a Dean ir cada día de forma casi religiosa a realizar su trabajo,
daba la impresión de que la casa seguía habitada.
- Mucha presentación,
empieza a meter algo interesante
Cierta
mañana, la señora Brells, pasaba por delante de la casa y allí estaba Dean
podando los setos de la entrada, no tuvo más remedio que interesarse en Dean y
preguntarle la razón de seguir yendo a trabajar cada día si ya nadie vivía allí.
- La verdad
es que me llama la atención a mí también
Dean no
levantó la mirada, simplemente le dijo “hace ya mucho que ya no vengo a
trabajar aquí”. La señora Brells se
extraño, ella lo veía cada día allí, encargándose de todo, “además sí que vive
alguien aquí y es necesario que la casa este impecable”, la curiosidad de la señora
Brells casi podía olerse “no he visto a ningún nuevo vecino” dijo ella, Dean
por fin dejo de mirar al seto y miro directamente a los ojos de la señora
Brells y abrió la boca para decir “Lo está viendo ahora mismo”
- Sutil,
bonita y final feliz
- ¿Si? Me
ha costado mucho no hacer que Dean le cortara la cabeza a Brells con las
tijeras de podar
- …