Otro día y hoy si toca esa rutina, el despertador sonó a las
6, pero su cabeza no le dejo levantarse hasta pasadas las 8, no era la resaca,
era más bien el cansancio, dejo el televisor puesto de fondo mientras se metía
en la ducha, con el agua apenas podía oír las noticias de la mañana contando
que habían encontrado otro cadáver de un hombre de mediana edad tirado en medio
de la carretera, para cuando salió a desayunar ya estaban con otro tema,
cereales con leche, llevaba años tomándolos y no iba a dejar de hacerlo por
nada, casi eran como una droga para Tirant, cogió el sobre con las fotos que
tenia sobre la mesa y se largó del piso, el piloto del contestador seguía
parpadeando.
Una hora y un atasco después estaba en el despacho de
William Quila Rein, William siempre habia tenido una fuerte necesidad de saber más,
desde pequeño, si algún niño se caía en algún agujero era él, si algún perro mordía
a algún niño era a William, en definitiva, su curiosidad siempre lo habia
metido en más de un lio y le habia dado muchas alegrías, ahora era un viejo de
60 años director de uno de los cinco periódicos que se editaba en la ciudad, conocía
a Tirant desde hace años, fue el primero en darle una oportunidad y comprar sus
fotos cuando no era más que un novato, en cierto modo y sin saberlo, invirtió en futuro,
ahora Tirant era bastante conocido, prácticamente vendía todo lo que
fotografiaba, vaya, como esos músicos que llegan a cierto punto en el que sacan
discos que no valen nada, pero siguen vendiéndolos solo por su nombre, solo que
Tirant no decaía.
Un puro y un vaso de whisky, era la marca de William.
- Por favor, sírvete algo del mueble bar, hace años que no te
veo, dejemos los negocios para después
-¿Cómo estas amigo?
Si Tirant respetaba a alguien ese era a William, dejo el
sobre en la mesa y se dirigio al mueble bar, mientras miraba las botellas dijo
- Cansado, Will, realmente cansado, creo que lo voy a dejar algún
tiempo
Aunque por dentro, el hecho de que Tirant se tomase un
descanso era lo último que Will quería que ocurriese, apreciaba al muchacho,
Tirant se sentó a la mesa sin servirse nada.
- Si hay alguien que se merece un descanso, ese eres tú, pero
eso quiere decir que lo que me has traído es el último trabajo de Tirant en un
tiempo, ¿Qué es?
Por mucho que William quisiera hablar con él, su curiosidad le
podía, Tirant sabia eso de sobra, no era una descortesía, simplemente William
no podía luchar contra su curiosidad, Tirant le acerco el sobre empujándolo con
un dedo mientras decía
-Nada del otro mundo, trata de blancas, trafico de órganos,
armas y drogas y todas del mismo tío, que curiosamente es el presidente de
aquel país de mala muerte, publícalo y pondrás su culo donde debe estar.
Y así eran los trabajos de Tirant, lo soltaba
tranquilamente, como si no fuera nada y realmente para él no era nada, habia
visto tantas cosas, habia fotografiado todas y cada una de ellas, que haría
falta algo demasiado grande y repulsivo para conseguir revolverle el estomago,
tantos años lo habían insensibilizado, esa era una de las razones de querer un
descanso.
William ojeaba las fotos, su curiosidad estaba saciada, pero
solo eso, tenía en el rostro una pequeña expresion de decepción.
- No está mal, saldrá en portada mañana
- ¿No está mal? Es la primera vez en años que solo dices “no está
mal” así que, algo sí que está mal
- Pensé que sería algo de los asesinatos
- ¿Qué asesinatos?
William le lanzó el periódico de ese día, en portada a toda página
una fotografía de una silueta de tiza marcada en plena carretera sobre el
titular de “La ola de terror no se detiene”.
- ¿Qué es esto William?
- Llevas tiempo fuera, entiendo que no sepas nada, hace tres
meses apareció un cadáver colgado de una farola, al principio se creía que era
un suicida bastante original, pero no se habia suicidado, era un asesinato, tenía
una herida profunda en la nunca, se pensó, ya sabes, lo típico, un ajuste de
cuentas, pero no tardo ni una semana en aparecer otro hombre con la misma
herida abandonado en la playa, después vino otro más en el centro comercial y
esta mañana el ultimo en mitad de una carretera, no se sabe nada del asesino, a
pesar de abandonar los cuerpos en lugares públicos, ni una foto, ni un video,
nada, te engañaría si no te dijera que una parte de mi esperaba que me trajeras
fotos de ese tío, pero en fin, si no me las traes tu, no creo que haya otro periódico
que las tenga, en cierto modo me tranquiliza, todo lo tranquilo que se puede
estar con un asesino por ahí suelto.
- Llevo medio año fuera de esta ciudad, apenas me acordaba de
tu cara de viejo
Eso le golpeó a William mientras bebía, termino escupiendo
el whisky de golpe, milagro fue que no prendiera fuego a algo con su puro que salió
despedido, seguido de una carcajada profunda, si hay algo de lo que no pudieran
acusar a William era de parecer viejo, no podía hacer otra cosa más que reírse.
- Anoche estuve con Jack, voy a comer con él, ¿Por qué no te
vienes con nosotros? Tenemos cosas que recordar y de las que reírnos
William pulso el botón del interfono y dijo
- Señorita Caprice, prepare un cheque al portador, la cantidad
de siempre, espere, dóblela, désela al hombre que saldrá de mi despacho
Soltó el botón y apoyándose en su asiento dijo
- Ya que te retiras, quiero asegurarme de que estés bien, te
lo has ganado con creces, así que sal de mi despacho, coge ese cheque y cuenta
conmigo para almorzar
Y así fue, salió por la puerta del despacho de William y una
chica, joven, pelirroja le esperaba con el cheque en la mano, lo cogió, si,
asqueado, también, en cierto modo, cada vez que le pagaban sentía que dejaba de
si algo de él, que algo se quedaba en el sobre con las fotos, pero necesitaba
el dinero, la sensación se le olvidaba en cuanto lo cobraba, de camino al
ascensor echo mano al bolsillo para llamar a Jack, saltó su contestador.
Y durante toda la mañana, solo conseguía hablar con su
contestador.
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