13 de enero de 2013

Die Laaste (2/-)


Otro día y hoy si toca esa rutina, el despertador sonó a las 6, pero su cabeza no le dejo levantarse hasta pasadas las 8, no era la resaca, era más bien el cansancio, dejo el televisor puesto de fondo mientras se metía en la ducha, con el agua apenas podía oír las noticias de la mañana contando que habían encontrado otro cadáver de un hombre de mediana edad tirado en medio de la carretera, para cuando salió a desayunar ya estaban con otro tema, cereales con leche, llevaba años tomándolos y no iba a dejar de hacerlo por nada, casi eran como una droga para Tirant, cogió el sobre con las fotos que tenia sobre la mesa y se largó del piso, el piloto del contestador seguía parpadeando.

Una hora y un atasco después estaba en el despacho de William Quila Rein, William siempre habia tenido una fuerte necesidad de saber más, desde pequeño, si algún niño se caía en algún agujero era él, si algún perro mordía a algún niño era a William, en definitiva, su curiosidad siempre lo habia metido en más de un lio y le habia dado muchas alegrías, ahora era un viejo de 60 años director de uno de los cinco periódicos que se editaba en la ciudad, conocía a Tirant desde hace años, fue el primero en darle una oportunidad y comprar sus fotos cuando no era más que un novato,  en cierto modo y sin saberlo, invirtió en futuro, ahora Tirant era bastante conocido, prácticamente vendía todo lo que fotografiaba, vaya, como esos músicos que llegan a cierto punto en el que sacan discos que no valen nada, pero siguen vendiéndolos solo por su nombre, solo que Tirant no decaía.

Un puro y un vaso de whisky, era la marca de William.

    - Por favor, sírvete algo del mueble bar, hace años que no te veo, dejemos los negocios para después

    -¿Cómo estas amigo?

Si Tirant respetaba a alguien ese era a William, dejo el sobre en la mesa y se dirigio al mueble bar, mientras miraba las botellas dijo

    - Cansado, Will, realmente cansado, creo que lo voy a dejar algún tiempo

Aunque por dentro, el hecho de que Tirant se tomase un descanso era lo último que Will quería que ocurriese, apreciaba al muchacho, Tirant se sentó a la mesa sin servirse nada.

    - Si hay alguien que se merece un descanso, ese eres tú, pero eso quiere decir que lo que me has traído  es el último trabajo de Tirant en un tiempo, ¿Qué es?

Por mucho que William quisiera hablar con él, su curiosidad le podía, Tirant sabia eso de sobra, no era una descortesía, simplemente William no podía luchar contra su curiosidad, Tirant le acerco el sobre empujándolo con un dedo mientras decía

    -Nada del otro mundo, trata de blancas, trafico de órganos, armas y drogas y todas del mismo tío, que curiosamente es el presidente de aquel país de mala muerte, publícalo y pondrás su culo donde debe estar.

Y así eran los trabajos de Tirant, lo soltaba tranquilamente, como si no fuera nada y realmente para él no era nada, habia visto tantas cosas, habia fotografiado todas y cada una de ellas, que haría falta algo demasiado grande y repulsivo para conseguir revolverle el estomago, tantos años lo habían insensibilizado, esa era una de las razones de querer un descanso.

William ojeaba las fotos, su curiosidad estaba saciada, pero solo eso, tenía en el rostro una pequeña expresion de decepción.

    - No está mal, saldrá en portada mañana

    - ¿No está mal? Es la primera vez en años que solo dices “no está mal” así que, algo sí que está mal

    - Pensé que sería algo de los asesinatos

    - ¿Qué asesinatos?

William le lanzó el periódico de ese día, en portada a toda página una fotografía de una silueta de tiza marcada en plena carretera sobre el titular de “La ola de terror no se detiene”.

    - ¿Qué es esto William?

    - Llevas tiempo fuera, entiendo que no sepas nada, hace tres meses apareció un cadáver colgado de una farola, al principio se creía que era un suicida bastante original, pero no se habia suicidado, era un asesinato, tenía una herida profunda en la nunca, se pensó, ya sabes, lo típico, un ajuste de cuentas, pero no tardo ni una semana en aparecer otro hombre con la misma herida abandonado en la playa, después vino otro más en el centro comercial y esta mañana el ultimo en mitad de una carretera, no se sabe nada del asesino, a pesar de abandonar los cuerpos en lugares públicos, ni una foto, ni un video, nada, te engañaría si no te dijera que una parte de mi esperaba que me trajeras fotos de ese tío, pero en fin, si no me las traes tu, no creo que haya otro periódico que las tenga, en cierto modo me tranquiliza, todo lo tranquilo que se puede estar con un asesino por ahí suelto.

    - Llevo medio año fuera de esta ciudad, apenas me acordaba de tu cara de viejo

Eso le golpeó a William mientras bebía, termino escupiendo el whisky de golpe, milagro fue que no prendiera fuego a algo con su puro que salió despedido, seguido de una carcajada profunda, si hay algo de lo que no pudieran acusar a William era de parecer viejo, no podía hacer otra cosa más que reírse.

    - Anoche estuve con Jack, voy a comer con él, ¿Por qué no te vienes con nosotros? Tenemos cosas que recordar y de las que reírnos

William pulso el botón del interfono y dijo

    - Señorita Caprice, prepare un cheque al portador, la cantidad de siempre, espere, dóblela, désela al hombre que saldrá de mi despacho

Soltó el botón y apoyándose en su asiento dijo

    - Ya que te retiras, quiero asegurarme de que estés bien, te lo has ganado con creces, así que sal de mi despacho, coge ese cheque y cuenta conmigo para almorzar

Y así fue, salió por la puerta del despacho de William y una chica, joven, pelirroja le esperaba con el cheque en la mano, lo cogió, si, asqueado, también, en cierto modo, cada vez que le pagaban sentía que dejaba de si algo de él, que algo se quedaba en el sobre con las fotos, pero necesitaba el dinero, la sensación se le olvidaba en cuanto lo cobraba, de camino al ascensor echo mano al bolsillo para llamar a Jack, saltó su contestador.

Y durante toda la mañana, solo conseguía hablar con su contestador.

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