Cada
año, al terminar la estación de las lluvias, las ballenas regresan a las aguas
de la Isla de Naurco, y como cada año los Naurcos lo celebraban durante todo un
día, la música se expandía por todas las calles y huecos de la ciudad, el
alcohol fluía directo a sus gargantas como el agua de un río directo a una
cascada, la comida tampoco escaseaba, aunque la tradición decía que la fiesta
duraba un día, solía alargarse toda una semana, para el cuarto día estaban tan
borrachos que no podían recordar ni su propio nombre, ni reparaban en el manto
gris de nubes que llevaba cubriendo la ciudad desde hace dos días la noche del
cuarto día, el cielo rugió y las nubes descargaban agua de una forma que parecían
querer convertir un desierto en un nuevo océano.
La
fiesta seguía, la música ahogaba chapoteo de la lluvia, las antorchas que
iluminaban la noche en Naurcos aun tenían la suficiente fuerza para lucir como
pequeñas luciérnagas en la oscuridad marcando los caminos y resaltando las
fachadas de las casas. En el centro de la ciudad una hoguera se alzaba
majestuosa, la mayor parte de la jarana nacía alrededor de esa hoguera y se iba
diluyendo conforme se alejaban de ella.
La lluvia
se enfureció, las pequeñas antorchas comenzaban a apagarse, las calles se convertían
en pequeños ríos improvisados que iban a parar a la plaza de la hoguera, en
pleno apogeo cuando la música más fuerte sonaba y la lluvia mas fuerte caía, la
hoguera estallo, pero no fue una explosión ocasionada por alguna gamberrada de
alguien demasiado borracho como para cuestionarse si era una buena idea lanzar
un saquito de pólvora a la hoguera, fue más bien como si alguien lanzara un
barreño de agua contra la hoguera, lo suficientemente grande como para
convertir todo ese fuego en una nube de vapor.
Ahora sí
que un Naurco demasiado borracho como para considerar si sería una buena idea o
no correr a través de una nube de vapor donde hace unos segundos había una
hoguera , corría con una anguila a medio comer haciendo de bufanda, entro en la
nube de vapor, pero dada su velocidad y el tamaño de la nube, no la atravesó justo
cuando debería haberlo hecho, al contrario, un grito estremeció el corazón de
todos los Naurcos que pudieron oírlo y el borracho salió despedido de la nube
chocando contra una fachada, la gente lo siguió con la mirada y antes de que
pudieran ser conscientes de lo que había pasado, la nube rugió y una cabeza
negra como la noche surgió de ella, una criatura que nunca habían visto, algo
que no había existido en su mundo desde hacia milenios, alargada y negra como
la noche, solo se lograba distinguir una linea roja que la recorría desde un
extremo de la cola hasta la cabeza, la bestia se abalizó contra la gente de la
ciudad de Naurco, se abrió paso entre ellos con sus fauces, los hombres menos
borrachos corrían a sus casas a por sus armas, en el camino se encontraba con
mas criaturas, caían de las nubes, ocultas entre la lluvia, en unos minutos
toda la ciudad estaba sitiada, los hombres intentaban luchar pero era en vano,
no tuvieron más opción que huir al puerto y echarse a la mar, y desde luego no
fue una buena opción.
En el
mar las criaturas se abalanzaban en grupos sobre los barcos hundiéndolos, otras
mordían las quillas de madera, apenas una veintena de barcos llegaron al muro,
apenas una decena consiguieron ver un nuevo día, así fue como de la noche a la
mañana los Dioses enviaron a las serpientes contra los Naurcos y como estos
comprendieron que eran los dueños de los océanos, desde entonces recorrían los
mares, desterrados, buscando una nueva isla, intentando encontrar otros barcos
Naurcos y sobre todo, luchando cada día contra las serpientes.
La
tormenta por fin amaino y los hombres estaban limpiando la sangre de la
cubierta, solían usarla como cebo, así que ya había otro par de hombre
preparando aparejos y redes cuando el vigía aviso de que un grupo de serpientes
se acercaba al barco, comenzaron la preparación, desplegaron las redes,
subieron a los mástiles, prepararon las armas y los ganchos, era casi una
docena de serpientes, a una velocidad frenética, nunca habían visto nada igual,
más que prepares para atacar parecían huir y cuando estaban a varios metros del
barco, así fue, pasaron de largo. Un escalofrió recorrió la espalda de todos
los hombres en cubierta, algo surcaba la superficie del mar y se dirigía hacia
ellos, una serpiente como nunca antes habían visto, solo la longitud de una de
las serpientes a las que estaban acostumbrados era igual a la boca de ese
monstruo, algunos hombres dejaron caer sus armas y se arrodillaron, otro se
aferraban con más fuerza a ellos, el monstruo emergió sin disminuir la
velocidad, acercándose sin freno al barco, abrió su boca y…
No hay comentarios:
Publicar un comentario