3 de febrero de 2013

Naurco (2/2)


Cada año, al terminar la estación de las lluvias, las ballenas regresan a las aguas de la Isla de Naurco, y como cada año los Naurcos lo celebraban durante todo un día, la música se expandía por todas las calles y huecos de la ciudad, el alcohol fluía directo a sus gargantas como el agua de un río directo a una cascada, la comida tampoco escaseaba, aunque la tradición decía que la fiesta duraba un día, solía alargarse toda una semana, para el cuarto día estaban tan borrachos que no podían recordar ni su propio nombre, ni reparaban en el manto gris de nubes que llevaba cubriendo la ciudad desde hace dos días  la noche del cuarto día, el cielo rugió y las nubes descargaban agua de una forma que parecían querer convertir un desierto en un nuevo océano.

La fiesta seguía, la música ahogaba chapoteo de la lluvia, las antorchas que iluminaban la noche en Naurcos aun tenían la suficiente fuerza para lucir como pequeñas luciérnagas en la oscuridad marcando los caminos y resaltando las fachadas de las casas. En el centro de la ciudad una hoguera se alzaba majestuosa, la mayor parte de la jarana nacía alrededor de esa hoguera y se iba diluyendo conforme se alejaban de ella.

La lluvia se enfureció, las pequeñas antorchas comenzaban a apagarse, las calles se convertían en pequeños ríos improvisados que iban a parar a la plaza de la hoguera, en pleno apogeo cuando la música más fuerte sonaba y la lluvia mas fuerte caía, la hoguera estallo, pero no fue una explosión ocasionada por alguna gamberrada de alguien demasiado borracho como para cuestionarse si era una buena idea lanzar un saquito de pólvora a la hoguera, fue más bien como si alguien lanzara un barreño de agua contra la hoguera, lo suficientemente grande como para convertir todo ese fuego en una nube de vapor.

Ahora sí que un Naurco demasiado borracho como para considerar si sería una buena idea o no correr a través de una nube de vapor donde hace unos segundos había una hoguera , corría con una anguila a medio comer haciendo de bufanda, entro en la nube de vapor, pero dada su velocidad y el tamaño de la nube, no la atravesó justo cuando debería haberlo hecho, al contrario, un grito estremeció el corazón de todos los Naurcos que pudieron oírlo y el borracho salió despedido de la nube chocando contra una fachada, la gente lo siguió con la mirada y antes de que pudieran ser conscientes de lo que había pasado, la nube rugió y una cabeza negra como la noche surgió de ella, una criatura que nunca habían visto, algo que no había existido en su mundo desde hacia milenios, alargada y negra como la noche, solo se lograba distinguir una linea roja que la recorría desde un extremo de la cola hasta la cabeza, la bestia se abalizó contra la gente de la ciudad de Naurco, se abrió paso entre ellos con sus fauces, los hombres menos borrachos corrían a sus casas a por sus armas, en el camino se encontraba con mas criaturas, caían de las nubes, ocultas entre la lluvia, en unos minutos toda la ciudad estaba sitiada, los hombres intentaban luchar pero era en vano, no tuvieron más opción que huir al puerto y echarse a la mar, y desde luego no fue una buena opción.

En el mar las criaturas se abalanzaban en grupos sobre los barcos hundiéndolos, otras mordían las quillas de madera, apenas una veintena de barcos llegaron al muro, apenas una decena consiguieron ver un nuevo día, así fue como de la noche a la mañana los Dioses enviaron a las serpientes contra los Naurcos y como estos comprendieron que eran los dueños de los océanos, desde entonces recorrían los mares, desterrados, buscando una nueva isla, intentando encontrar otros barcos Naurcos y sobre todo, luchando cada día contra las serpientes.

La tormenta por fin amaino y los hombres estaban limpiando la sangre de la cubierta, solían usarla como cebo, así que ya había otro par de hombre preparando aparejos y redes cuando el vigía aviso de que un grupo de serpientes se acercaba al barco, comenzaron la preparación, desplegaron las redes, subieron a los mástiles, prepararon las armas y los ganchos, era casi una docena de serpientes, a una velocidad frenética, nunca habían visto nada igual, más que prepares para atacar parecían huir y cuando estaban a varios metros del barco, así fue, pasaron de largo. Un escalofrió recorrió la espalda de todos los hombres en cubierta, algo surcaba la superficie del mar y se dirigía hacia ellos, una serpiente como nunca antes habían visto, solo la longitud de una de las serpientes a las que estaban acostumbrados era igual a la boca de ese monstruo, algunos hombres dejaron caer sus armas y se arrodillaron, otro se aferraban con más fuerza a ellos, el monstruo emergió sin disminuir la velocidad, acercándose sin freno al barco, abrió su boca y…

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