--
Al final del pasillo llegara al salón, allí verá a Margaret, es
nuestra cuidadora, fue ella la que le atención por teléfono.
-
Vale, gracias, y por cierto ¿tiene fuego?
-
Aquí no se puede fumar, señor.
Dócilmente
volvió a guardar el cigarro en la cajetilla y recorrió el pasillo esperando
encontrar a Margaret y que este le aliviaría un poco al menos el día que
llevaba. Cuando llego al salón solo vio ancianos por todas partes, unos veían
la televisión, mientras otros se entretenían jugando con cartas, por fin, vio a
una mujer ataviada con un pantalón y una camisa blanca agachada al lado de una
mujer mayor sentada en un sillón que era la viva imagen de un cadáver, pensó que
la mujer agachada debía ser Margaret, hablaba con la señora mayor, pero esta
ultima parecía no escucharla, tenía la mirada perdida, daba la impresión de que
ella misma estaba perdida en otra época, cuando por fin se levantó, él se
acerco y preguntó
-
¿Es usted Margaret? Hablamos por teléfono
-
Ah, sí le recuerdo, entonces buscaba a George Decker, ¿verdad?
-
Si, ¿está aquí?
-
Claro, lleva unos seis años con nosotros
-
Si pudiera hacer el favor de decirme quien es
-
Bueno, sígame
Mientras
Margaret lo conducía hacia el jardín, el hombre no pudo evitar preguntar
-
¿Dónde vamos? ¿Lo tienen encerrado?
Margaret
lo miro con una sonrisa sin dejar de avanzar
-
¿Encerrado? ¿A George? Nunca hemos tenido problemas con él, es solo
que anoche llovió mucho y ahora
seguramente estará en el jardín
-
¿Y qué hace allí?
-
Mírelo usted mismo
Acababan
de llegar a una puerta doble de color verde con cristalera, Margaret la abrió,
esta vez no había dudas, solo había un anciano de rodillas en el caminito
asfaltado que se abría paso entre el césped del jardín. El hombre se acerco al
viejo hasta que pudo ver con que pasaba el tiempo, el viejo estaba recogiendo
las babosas del camino y llevándolas una a una al césped, Margaret estaba detrás
de él.
-
Le gustan estos bichos, así que siempre que llueve viene aquí a
apartarlos para que nadie los pise.
-
Espere, ¿me está diciendo que Decker, George Decker, cuando llueve
sale corriendo como un niñito a quitar a esos bichos para que nadie los pise.
-
Ya lo está viendo.
-
Vale, discúlpeme un momento
El hombre
se aparto de la escena mientras sacaba su teléfono móvil y marcaba
-
Oye, vuelve a repetirme la dirección
-
¿Qué pasa? ¿te has perdido?
-
Puede ser, estoy delante de Decker
-
¿Y que aspecto tiene?
-
El de un viejo que se preocupa por qué no aplasten a unas babosas, no
se parece mucho a lo que decía el informe
-
Es él
-
¿Pero cómo va a ser este viejo alguien que mato a veinte personas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario