25 de mayo de 2014

al fondo


Cinco años junto a ella y decide que la mejor manera de dejarme es haciéndolo a través de una llamada telefónica, aquella noche quería destrozar algo y empecé por mis manos a base de darle puñetazos a su puerta, tal vez no era el mejor modo pero en aquel momento era el único modo, si no me abres, tiro la puerta, pero las puertas reforzadas con acero son bastante resistentes a los golpes de un hombre iracundo que no era totalmente dueño de sus actos.

La primera vez que vi un bebe tenía miedo de cogerlo, pensaba que era algo demasiado frágil para que yo lo cogiera.

Así que decidí ir a ese bar, al bar que ella siempre evitaba, conduciéndome por otras calles o pasando por otra acera, mal iluminado, lleno de humo y mustio, un reflejo de la decadencia y la desidia que poco a poco iba absorbiendo la ciudad en su totalidad, como yo.

A las dos de la mañana, borracho y con los nudillos agrietados, solo piensas en ella, en si fue un fallo tuyo, intentas auto consolarte, pero no sirve de mucho, cuando realmente el fallo no es tuyo, pero es algo que no sabes, y mientras sigues vaciando botellas ella ya está pensando en el siguiente titular que saldrá al campo a jugar, tú en cambio, sigues vaciando botellas.

La conocí por accidente, iba demasiado pendiente de batir el récord en un juego del móvil que me tropecé con ella, así empezó todo, ella fue un accidente.

Hace rato que eres el único cliente sentado en la barra del bar y el camarero te mira como si fuera un parásito que intenta robarle horas de sueño, después de tantos años trabajando ahí no tiene problema en decirte directamente y al a cara que te largues, que no necesita que sigas bebiendo, el va a cobrar lo mismo y tú en ese momento eres un incordio para él, ¿y qué haces? Por un segundo tu lucidez hace acto de presencia y te descubres a ti mismo diciéndote, este tío te saca una cabeza y estas demasiado borracho como para caminar dos pasos sin tropezar con tus propias piernas, vete.

Y te vas.

Ella fue un accidente. 

La ame más que a ninguna otra en mi vida.

Así que sales del bar y ves a dos chavales que fumando en la acera de enfrente, ajenos a la guerra persona que se está librando en ese momento entre mi mente y mi corazón, y es cuando dices, me valen, te acercas y tu lucidez que está haciendo horas extra te hace preguntar “¿Qué edad tenéis?”, sobrepasan la mayoría y tu lucidez pide vacaciones por unas horas, golpeas la cabeza del primero con la rodilla dejándolo inconsciente del primer golpe y en el sitio, demasiada fuerza para alguien tan destrozado física y psíquicamente, pero el segundo es rápido y antes de que te des cuenta te ha encajado un puñetazo en la mandíbula desplazándola tres centímetros y haciendo que dos de tus dientes salgan volando como palomitas al explotar y dos molares queden temblando a la espera de otro golpe.

La odio mas que a ninguna otra en mi vida.

Caes a suelo y el incomodo dibujo de las aceras se clava en tu cara y sigue haciéndolo porque el tipo esta sobre ti golpeándote en la cara y ríes, ríes por que ni siquiera sientes el dolor, es lo que querías, la excusa para destrozar algo o alguien, así que a ese tío le pones la cara de ella y vuelves al partido, te levantas como un boxeador que necesita ganar un último combate, con la camisa llena de sangre, el ojo morado, golpeas y dejas que por fin los nudillos de tus manos se abran.

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