Y de pronto, despertó, rodeada de
oscuridad, tumbada en un suelo demasiado suave, demasiado liso, y fue al
incorporase y golpearse su cabeza, cuando empezó a comprender mejor la
situación, estiro sus brazos y se topo con la misma superficie del suelo, lisa
y fría, parecida al cristal y era como si estuviese dentro de una caja, pero
no podía asegurarlo, palpó la superficie centímetro a centímetro hasta encontrar una especie de agujeros en el
techo de su cubo, como mucho cabían dos de sus dedos, intento gritar por ellos,
como pudo, lo que pudo, pero no sirvió de nada
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