Price
era el único mago del reino, y resalto lo de único, porque de haber existido más
de un mago, jamás recurrirían a los servicios de Price, es cierto que aun era
joven, pero la edad no solía ser demasiado determinante en los magos, si bien
es cierto que los magos más poderosos solían ser los más viejos, no hacía falta
que fuesen tan viejos para dejar de ser torpes, en el caso de Price era justo
al contrario, era joven, muy poderoso, pero su poder rivalizaba con su torpeza,
de ahí también nacía su potencial peligro, ya que podía intentar que el agua
volviese a fluir por un rio seco y terminar inundando la ciudad, eso si en
lugar de agua no creaba lava y destruía medio reino en un santiamén.
Vivía apartado
de las ciudades, pero no vivía en un castillo o en una cabaña en lo profundo
del bosque, Price vivía en mitad de una
pradera, a él no terminaba de gustarle el sitio, pero se lo impusieron por
seguridad, era preferible que viviese ahí a que lo hiciera dentro de una montaña
y que esta un día se viniera abajo, o en el bosque y que este saliera ardiendo
o cerca del mar y que un día el mar harto de los experimentos de Price
decidiera conquistar toda la región, asi que básicamente estaba obligado a
vivir en una pradera, donde no habia mas que hierba y tierra y un pequeño
sendero, lleno de carteles de peligro, aunque no porque Price fuera malvado, si
no, ya sabéis, por su torpeza.
Aun se
recuerda el día en que los muertos se levantaron de sus tumbas y todo porque
Price practicaba un concurso para hacer crecer las cosechas o cuando para
ayudar en la construcción de una nueva escuela convirtió todos los materiales
en gominolas, al menos los niños fueron más felices, no lo hacía a malas,
simplemente no podía evitarlo.
Cierto día
no hace mucho un joven muchacho tocaba con cierta urgencia a la puerta de Price,
este le abrió y preguntó que sucedía, el muchacho le contó que un pequeño dragón
estaba incendiando el pueblo y que no podían hacer nada, ya que la mayoría de
caballeros estaban fuera de la ciudad, así que Price se encamino con determinación
hacia el pueblo para acabar con el dragón, se de buena tinta que mucha gente
del pueblo habría preferido quedarse con el dragón, pero si había algo en Price
por lo que destacaba era su empeño y determinación, pues bien, cuando Price
llegó al pueblo, encontró al dragón en tierra, incendiando algunas de las casas
en la plaza donde estaba la estatua del rey, Price crecido por la situación,
encaró al pequeño dragón y llamó su atención, este por su parte se acerco al
centro de la plaza para quedarse frente al mago, dicen que los dragones son
criaturas inteligentes, de haberlo sido este, se habría ido volando y no habría
vuelto jamás, no hay lugar seguro cerca de Price, el dragón levanto su cabeza
hacia el cielo y soltó una amenazante llamarada que fue a parar directa a la
cara de la estatua del rey, que de no haber sido de piedra maciza seguro que
ahora tendría la barba chamuscada, Price levanto sus manos hacia el cielo y comenzó
a hablar en la antigua lengua de los magos, entre sus manos apareciendo unas
luces que giraban entre sí, mezclándose y chocándose, el dragón lo miraba con
cierta incredulidad, las luces aumentaban de tamaño y se movían cada vez más rápido,
el dragón rugió a Price con toda su fuerza, las luces se unieron en una sola
luz y Price la lanzó contra el dragón, el dragón intento esquivarla, pero
tampoco le hizo falta, la bola de luz de Price fue directa a las piernas de la
estatua del rey, si los dragones rieran, este no hubiera podido parar, aunque
por fortuna para Price, la estatua se
vino abajo aplastando al pequeño dragón. Aunque Price tuvo que salir corriendo
de allí perseguido por la guardia real acusado de traición y maldiciendo el día
en que decidió hacerse mago.
A día
de hoy, muchos dudan de eso era lo que Price quería que ocurriese o si solo fue
un golpe de suerte de una más de sus torpezas.
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