17 de diciembre de 2009

Creed (4/4)

Ya había oscurecido en el exterior cuando de pronto, Tom Creo abrió los ojos entre insistentes empujones de Edward Radmun para conseguir despertarlo.

- Despierte Tom, si alguna vez creyó en algo, despierte por ello

Durante unos instantes Tom pensó que alguien volvía a respirar, pero Edward se encargo de devolverlo a la realidad.

- Tenemos un problema contra el que mi cargo no puede hacer nada en esta ciudad, el Padre Alexander se a traído a todo su sequito, por el amor de Dios, si hasta he visto a los monaguillos que le ayudan en la misa dominical. Quieren a su amigo y lo quieren ya.

- Déjelos entrar

La cara de Edward se desencajo tanto o más que como cuando hace dos noches vio a un hombre suicidarse delante de toda una sala de teatro.

- Se lo llevaran y lo enterraran, si es que eso es lo que quieren de verdad

- Yo también dudo que lo quieran enterrar, pero si tiran la puerta abajo no atenderán a razones, déjelos entrar

Edward y Tom bajaron del palco hacia el patio de butacas, mientras Edward se dirigía a la entrada del teatro, Tom se coloco a escasos metros del escenario, su el tacón de su zapato quedo a pocos centímetros de la sangre seca, que llegaba hasta le pasillo del patio de butacas.
Edward a su vez grito, para los del exterior, que tenía intención de abrir las puertas, con el objetivo de conseguir una entrada más o menos calmada y más o menos, así fue. Cuando las puertas se abrieron, una sotana negra, las traspaso demasiado rápido, para el aspecto demacrado que tenía el humano de su interior.

El padre Alexander, entro acompañado de su sobrino, así de cómo de demás fieles, algunos curiosos que consiguieron colarse y demás gente, avanzo con una determinación asombrosa para su edad, directo hacia Tom Creo, el cual miraba su reloj de bolsillo, mucha de la gente que entraba se metía entre las butacas, como preparándose para ver el acto final de la representación de moda en esa época. El padre Alexander avanzaba sin pausa, Tom metía su mano dentro de su chaqueta, Alexander se encontraba cada vez más cerca de Tom, el cual seguía hurgando dentro de su chaqueta, cuando el Padre Alexander se encontraba a un paso de Tom, este saco su revólver y encañono directamente a Alexander en su frente.

- ¿Qué clase de insulto es este?

Y Tom vio la ira personificada en la cara de Alexander

- No va a llevarse ese cuerpo

- ¡Esto es un ultraje! Ustedes policías, deténganlo, me está encañonando

- ¡Que nadie de un solo paso!

Aunque esta frase dicha por Tom sería totalmente lógica, salió de la boca de Edward, el cual continúo hablando.

- Si alguno de mis hombres se mueve puede provocar que se ponga nervioso y dispare, así que, no se moverá nadie

Y solo Tom pudo apreciar el guiño que le dedico Edward, a pesar de esta complicidad Edward no podía evitar estar nervioso debido a la situación, fue entonces cuando comenzó el show del Padre Alexander.

- Podremos llegar a un acuerdo

La fe de un hombre suele tambalearse cuando es su propia sangre la que está en juego

- Seamos razonables entonces, hable Padre

- No enterraremos a su amigo, pero lo llevaremos a otro lugar más indicado

- Y exactamente, según su criterio, ¿Cuál es el lugar más indicado para una resurrección? ¿una cueva tapada por una piedra enorme?

- No hijo, llevémosle a la iglesia, usted también está invitado, allí, podremos ver qué sucede con más tranquilidad, sin necesidad de circos y parafernalias

- ¿Podremos?

- Si, usted y yo

- Su que mi pregunta es más que obvia, pero quiero oír como me lo explica ¿Por qué no quiere que esto se conozca abiertamente?

En ese momento Alexander, dejo de aparentar

- ¿ Tiene idea de lo que supondría que ese hombre volviera a la vida ?, no solo haría tambalear los pilares de la fe cristiana, muchas otras religiones también se verían afectadas y no solo a nivel religioso, los científicos se interesarían, su amigo se convertiría en un mono de feria, ustedes …

- No trate de convertirme en victima

- Pero es la realidad y lo sabe, mucha gente querrá saber como lo hizo y pocas personas que quieran saberlo, lo merecerían, sé que me sigue, pero ahora, ahora imagine, imagine un mundo sin miedo a la muerte

- Los asesinatos se reducirían drásticamente ¿no cree?

- ¡No sea estúpido! No trate de quitarle importancia al tema con sus estúpidas bromas

- Claro, le entiendo perfectamente, la gente necesita sentir miedo, miedo a la muerte, sin el miedo a la muerte, la gente no abrazaría religiones, no irían a la iglesia, no memorizarían poemas que recitan antes de dormir y al despertar, usted no se lucraría de su condición de hombre religioso, entre otras muchas cosas, ¿eso es lo que en realidad teme, verdad Padre? Recuerde, no puede mentir

Justo en ese momento Tom, acaba de pronunciar el discurso que Alexander no esperaba oír, la poca compasión que había dibujado su rostro en su desesperado intento de convencer a Tom, desapareció por completo.

- Dispare si va a hacerlo, pero vamos a llevarnos ese cuerpo

Edward, aun hoy día, no llega a explicarse por que hizo aquello, pero sabe con total seguridad, que aquella noche habría terminado muchísimo peor si no hubiera actuado como actuó

- ¡Si alguien toca ese cuerpo lo arrestare con cargos de profanación!

Todos los allí presentes se giraron hacia Edward

- ¿Me he explicado con claridad Padre?

Todos excepto Alexander cuya cara se torno completamente inexpresiva, mientras fijaba sus cansados ojos en la sangre seca cerca del talón de Tom, el cual se giro también con una expresión pálida.

La sangre a pesar de estar seca, empezaba a evaporarse, poco a poco, esa sangre, desde el extremo más alejado al cuerpo, empezó a convertirse en una especie de neblina roja, se elevaba a escasos centímetros del suelo, Alexander avanzo hasta colocarse entre la niebla roja e intento disiparla con sus brazos, pero volvía a condensarse en cuestión de segundos, hasta que incapaz de nada mas, clavo sus rodillas en el suelo, exhausto.

El humo rojo que le rodeaba, comenzó a moverse hacia el escenario y empezó a arremolinarse delante del cuerpo, acumulándose cada vez más, delante del rostro del cadáver y comenzó a trepar por su cara e introducirse en el orificio de salida que dejo la bala en el lado izquierdo de su cabeza, cada vez más rápido, a cada instante había menos humo rojo, a cada instante se aceleraba el ritmo de entrada, toda la sala miraba atenta, muda, con expresiones que iban del miedo al asombro, de la incredulidad a la mayor fascinación, el humo rojo seguía entrando en su cabeza y súbitamente cuando entro todo en su interior, sus ojos se abrieron blancos de par en par así como su boca, que profirió un ensordecedor grito ahogado.

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