6 de noviembre de 2009

Insomnio

Son las cuatro de la mañana, sigo despertándome de madrugada, estas pesadillas en las que me disparan en la cabeza, son cada vez más frecuentes, me incorporo sobre los casi incorpóreos músculos de mis piernas y me acerco a la nevera, en un intento de llevarme algo dulce a la boca, pero nada, estamos casi a fin de mes y mi nevera esta casi vacía, ni un mísero cerebro, da casi tanta pena como mi aparato circulatorio.

Por un momento las arañas de mi cabeza, parece que se pusieran en marcha, así que decido irme un rato al salón a ver un rato la tele, pero a esta hora solo tele tiendas, aun así entretienen, un tonificador muscular, pero en qué cabeza hueca, cabe la idea de comprar un tonificador muscular, cuando apenas tenemos músculos, pero siempre habrá imbéciles que lo compren, esto me aburre, así que en un intento de acabar con mi insomnio me dirijo al balcón.

La ciudad está tranquila, pocas luces, como siempre, en la calle algunos se arrastran, otros andan lento, menuda panda de nostálgicos estúpidos, saco mi paquete de Zorlboro y me enciendo un cigarro, fumar es un lujo barato, desde que nuestro aparato respiratorio quedo inservible, así como para los que ya no tienen papilas gustativas, aunque eso me molesta, sobre todo con la temática de la comida, cada vez se esfuerzan menos en hacerla sabrosa y para los que si conservamos las papilas gustativas, pues, bah no importa, cocino de maravilla.

Ni el cigarrillo y el aire fresco consiguen que me entre sueño, ahora ya no nos afectan las enfermedades, ¡qué bien! ¡Qué bien!, pero si me quiero tomar una puta pastilla para dormir, tampoco sirve de nada, progres de mierda y claro como un puto golpe en la cabeza más que dejarme inconsciente puede arrancármela, me toca quedarme tumbado en la cama hasta que me duerma, cosa que no hare, por que el sueño me entrara, justo, cuando suene el despertador y tenga que ir al trabajo.

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