13 de febrero de 2010

Acherontia (3/3)

Parte 3

Mariposa

- Conseguí incluirla en la lista de trasplantes y yo mismo la opere, sabe, se hace extraño operar a corazón abierto a la persona que amas, piensas cosas raras, como “ahora sí que tengo tu corazón en mis manos”, estupideces producidas por los nervios.

- Pero me dijo que trasplantarle no serviría de nada

- Aun así y debido a mi posición en el hospital, le conseguí un corazón, lo acepto sin problemas, su cuerpo se acostumbro a él mas rápido de lo normal, la dualidad volvió a ser unidad, volvió su forma de cortar las naranjas en el desayuno, su beso corto, su sonrisa al despertarme, le había salvado la vida a la persona que amo, no podía pedir más, como cirujano solo me quedaba resucitar a alguien para sentirme mejor, pero eso al menos de momento es imposible.

- Y más aun tratándose de usted, ¿Hasta cuándo duro esa estabilidad?

- Unos dos años, estábamos en un centro comercial del que no recuerdo el nombre, ese de tonos azulados, se desmayo a mi lado, esta vez no puede hacer nada por agarrarla, choco en seco contra el suelo, su organismo había atacado al corazón. Me centre en su caso, era un problema genético, creo que antes no lo mencione, su propio cuerpo haría enfermar cualquier corazón que se le pusiera, tal vez al verla tan bien durante ese tiempo, me negué a mi mismo la verdad, pero hay estaba de nuevo, ella encamada y yo ahogándome entre papeleo para conseguirle otro corazón.

- Pero no se lo concedieron ¿Cierto?

- No, no lo hicieron, no lo iban a hacer, porque sabían que en unos años volvería a desarrollarse la enfermedad y necesitaría otro corazón una y otra vez.

- ¿Qué paso entonces?

- No pensaba dejarla morir, no había nadie más importante para mí, no había nada mas importante, no, mejor dicho, no había nada más que ella. Volvimos juntos a casa después de que pasara un mes hospitalizada, podía hacer una vida más o menos normal, sin muchos esfuerzos, solo que no duraría demasiados años 2 o 3 a lo sumo.

- Sabe perfectamente que es lo que quiero que me cuente

- Eso viene justo ahora, no se impaciente Doctor, no podía simplemente esperar y no le mentiré, desde el primer día tenía claro lo que iba a hacer, empece adaptando mi estudio de casa, lo convertí prácticamente en un quirófano casero, robe algo de material del hospital y otro tanto lo compre, tenía mi propio quirófano en casa para jugar a ser Dios, ahora, solo necesitaba un corazón compatible, entre en los archivos de los historiales de pacientes del hospital, encontré bastantes, el primero era de un chico deportista, tenía una revisión en una semana, sus analíticas eran perfectas y tenía su dirección en el historial. Esa misma noche me presente en su casa, fue fácil llegar hasta él, le dije que era medico y que había algo extraño en sus resultados que debía hablar con él, fue tan fácil entrar en su casa como dejarle inconsciente con un coctel de fármacos que diseñe para esa función, baje con él como si fuera un amigo borracho, a esas horas no me cruce con nadie, así que no tuve que preocuparme por excusas. Cuando llegue a mi casa, Sarah ya estaba dormida, pero me asegure inyectándole un poco de mi coctel del sueño, le extirpe el corazón al chico y se lo trasplante a Sarah en la misma noche.

- Espere un momento, ¿Sarah no se pregunto por qué se despertó suturada al día siguiente?

- La lleve al hospital y la encame, le mentí, le dije que tuvo complicaciones mientras dormíamos y tuve que traerla al hospital para operarla, no recuerdo bien, me invente alguna estupidez, algo de palabrería medica y su confianza en mi hizo el resto, ese día le prometí que no moriría, que había encontrado el modo de ralentizar la enfermedad cada cierto tiempo.

- Y así fue, durante todos estos años, diez secuestros con posterior asesinato, hasta que Sarah no aguanto más y murió ¿O se entero de a que se dedicaba? ¿De cuál era su método para ralentizar la enfermedad y no pudo soportarlo?

- No, ella nunca lo supo, solo me dedique a darle lo mejor

- Por hoy hemos terminado, no sé si volveré

- ¡No era su vida la que alargaba cada vez que le trasplantaba un nuevo corazón, era la mía propia!

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